COSECHA NOCTURNA
COSECHA NOCTURNA
Así es Flor del Prado, un vino inspirado en nuestra historia, que renace entre dos ríos fuertes y caudalosos en la noche más fría del Valle.
Cosecha Nocturna
Todos los años, cuando empieza marzo elegimos la noche más fría y en nuestra viña, se cosecha. Cuando el cielo se vuelve inmenso y las estrellas, testigo de nuestro dedicado trabajo.
Bajo esa bóveda infinita, la magia sucede sin apuro: encendemos los faroles, afilamos las tijeras y dejamos que el tiempo haga su obra. Iluminados por ese fuego, recorremos hilera por hilera, levantamos racimo por racimo en su momento justo, con la frescura intacta para convertirse en la esencia de un vino nacido en la penumbra.
La cosecha nocturna es más que un trabajo, es un pacto con la tierra y con quienes nos precedieron. La cosecha nocturna es un ritual heredado, es nuestro ritual, que año tras año nos reúne para trabajar en equipo bajo el mismo cielo de antaño, contando historias entre susurros y tijeras que crujen. Es el arte de hacer las cosas como las hacían nuestros abuelos: con paciencia, con respeto, con la certeza de que cada paso, cada gesto, construyen la identidad de nuestros vinos frescos y jóvenes, hechos a mano, uno a uno, paso a paso.
Porque aquí, la tradición se hace vino.
La cosecha
Desde el año 2013, cosechamos de noche y de forma manual. Entre la 1 y las 6 de la mañana del mes de marzo, cuando los grados birx de la uva lo definen y la noche está despejada y fría
Con farolitos a kerosene y tijeras de poda en mano, nuestro equipo de peones comienza la minuciosa tarea de cosechar, uno por uno, cada racimo de nuestra vid, que son colocados en bandejas de 7 kg para evitar que nuestras uvas se aplasten y así conservar sus cualidades intactas.
Cada año también nos acompañan algunos amigos curiosos, ingenieros y amantes del buen beber que se suman a esta experiencia para compartir con nosotros los momentos más importantes de nuestra actividad.
Al finalizar la cosecha, celebramos el trabajo concluido con unos choripanes a la parrilla, cocinados con el mismo fuego que nos dio abrigo durante toda la noche.
